Se conoce como Papá Noel, Santa Claus o San Nicolás, pero en el fondo es el mismo personaje. Su origen lo encontramos en Nicolás de Bari, un obispo católico que vivió entre los siglos III y IV en la región de Licia (actual Turquía) y alrededor de quien surgieron una serie de leyendas, entre ellas una que decía que hizo un acto de caridad al dejar dinero para la dote de tres jóvenes que pretendían casarse pero que el padre era sumamente pobre.

Este religioso fue canonizado, pasando a ser conocido como San Nicolás de Bari, y venerado en gran parte del centro y norte de Europa. Uno de los países donde se le adoptó como uno de los santos favoritos fue en los Países Bajos donde fue adoptado como patrón y al que llamaban Sinterklaas (San Nicolás en neerlandés). La masiva inmigración holandesa hacia Norteamérica de finales del siglo XVII se llevó hacia allí tradiciones y costumbres y entre ellas la devoción por este santo.

Con el transcurrir de los siglos el personaje fue evolucionando su nombre (todo parece indicar que fue el escritor Washington Irving, en 1809, quien deformó al santo holandés, Sinterklaas, en la burda pronunciación angloparlante Santa Claus). Más tarde el poeta Clement C. Moore, en 1823, publicó un poema donde dio cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving. En 1863, adquirió la fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que se le conoce y su peculiar vestimenta roja, con altas botas y gorra. Esto fue gracias al dibujante sueco Thomas Nast, quien pergeñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper’s Weekly.

Muchas son las leyendas urbanas que indican que originalmente vestía de verde y que fue a raíz de una promoción publicitaria realizada por la empresa Coca-cola cuando adoptó el rojo, pero, tal y como señalo, Thomas Nast ya lo dibujó de ese modo siete décadas antes. Incluso hay portadas de la revista satírica Puck de inicios del siglo XX en las que ya aparece Santa Claus vestido de rojo, regordete y con la característica barba blanca.

Cabe indicar que a mediados del siglo XIX el personaje de San Nicolás viajó de vuelta hacia Europa, donde también se veneraban otros similares como el Bonhomme Noël francés (que vestía de blanco y dorado) con el que se funde la tradición, llevándonos a España como Papá Noel (mucho más fácil que pronunciar que el modo galo).