La policía de California ha llevado a cabo una detención un tanto insólita, tanto por las formas de los delincuentes, como por su “modus operandi”. Una pareja de padres que tenía un negocio paralelo: la venta de drogas en el barrio a través de drones.
Se trata de Benjamin Baldassarre y Ashley Carroll, residentes en el vecindario Orangecrest de Riverside, California. El pasado 21 de diciembre, alguien dio la voz de alarma a la policía por el ruido que estaba haciendo un pequeño dron en un patio trasero.

Al parecer, era normal ver como el aparato sobrevolaba dicho patio, cruzaba la calle, avanzaba varios cientos de metros, y entregaba un paquete a gente de lo más variada que esperaban en un estacionamiento de la iglesia del barrio.

Sin embargo, aquel día de diciembre los vecinos no fueron los únicos que lo notaron. Los oficiales de narcóticos estaban avisados y sabían que algo raro estaba pasando. Finalmente arrestaron a la pareja bajo sospecha de haber volado el dron desde su residencia para distribuir drogas a varios clientes en la zona.

No es el primer caso que se da de este tipo, usando drones para vender drogas, pero sí lo es por lo poco usual que resultaron ser los dos narcotraficantes. Tras obtener una orden de registro, la policía encontró en la vivienda familiar varios drones y metanfetamina y LSD mezclada con caramelos y dulces.

Por cierto, los oficiales han señalado que este caso de drogas no es diferente de uno sin drones, por ejemplo, si la Unidad de Narcóticos presenciase un intercambio en persona entre los vendedores y los clientes en el estacionamiento de la iglesia, “no existe un delito específico por usar un dron o algo diferente a un acuerdo de drogas mano a mano. No hay cargos adicionales”.

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